Josep Ricart forma parte del equipo directivo de H Arquitectes junto con David Lorente, Xavier Ros y Roger Tudó, ganadores del I Premio Mapei por el proyecto Centro Cívico Cristalleries Planell. Su obra ha merecido el reconocimiento de varios premios, además de verse publicada en medios nacionales e internacionales. Ricart también ejerce como profesor de proyectos en la Escuela Técnica Superior Arquitectura del Vallés.

LA CONSECUENCIA FORMAL Y ESTÉTICA LA TENEMOS MUY EQUILIBRADA A BASE DE DEDICARLE UN SINFÍN DE HORAS A TODO AQUELLO QUE SE PERCIBE MÁS ALLÁ DE LA VISTA.

¿Cómo nació el concepto del proyecto?

El primer concepto es hacer un equipamiento público no concebido para un usuario específico, que tenga flexibilidad en el tiempo y comportamiento. La estrategia material consiste en aprovechar la capacidad de los elementos que lo constituyen para comportarse. Al final, la temperatura, la ventilación, la corriente de aire e incluso el olor están incorporados en la concepción del edificio gracias a los materiales que se utilizan. Otro concepto a destacar es que el solar es triangular y en vez de rellenarlo completamente, lo que hicimos fue completar el triángulo como fachada, pero retirar los forjados para generar unos patios a norte y sur que relacionan los espacios interiores con el medio exterior. La otra gran idea que es que el edificio tiene una cubierta muy singular. Todo se ventila de una manera mecánica gracias a unas chimeneas solares que succionan todo el aire interior.

El reto de la arquitectura es gestionar la geometría y la materia para calificar el aire.

¿Qué papel juegan los patios y la cubierta al comportamiento del edificio?

La arquitectura tiene pocos elementos con los que operar. Básicamente, decidimos la forma de las cosas y la materia con la que están hechas. Geometría y materia eso es lo que podemos hacer. Cómo y con qué intencionalidad es amplísimo. En este caso, todo está geometrizado para dar forma al movimiento del aire, por eso la existencia de unos patios y unas chimeneas solares. Los patios, aunque no son exactamente el origen del aire, prácticamente lo son porque éste viene de la calle. Una vez está en los patios, el aire se atempera y pasa a las aulas, que también tienen unos ciertos huecos, que ayudan a calificarlo; y de esas aulas, a través de unos conductos que formalizan la propia estructura de paredes. Por lo tanto, patios y chimeneas pero a la vez que muros, huecos…Es decir, toda materia y forma dispuestas tienen como principal intención conducir y calificar el aire. Me imagino que es esta la principal singularidad del edificio. Sí. Desde un posicionamiento de sostenible, todas las normativas y certificaciones son mucho más fáciles de cumplir utilizando máquinas. Nosotros no nos lo hemos puesto fácil porque este edificio ha intentado suplir tecnologías artificiales que califican y renuevan el aire por el uso de elementos tradicionales y elementales de la arquitectura: geometría y materia, aprovechando y enfatizando su comportamiento natural. Un ejemplo son las chimeneas solares que sustituyen el motor para mover el aire por salubridad. En ese sentido, el edificio es súper ambicioso medio ambientalmente.

Entonces, ¿este proceso creativo lo definiría como ambicioso?

Sí. Este proyecto es una labor coral, un trabajo en equipo formado por David, Roger, Xavi, y yo. Esto le otorga la especificidad a Cristalleries Planell de que se ha proyectado desde la objetividad. Es imposible hacerlo desde el deseo cuando tus opiniones tienes que discutirlas con el resto del equipo. Por ejemplo, la decisión de los patios salió de una primera condición muy objetiva basada en un conflicto de luz natural, qué hacer para que todas las aulas tuvieran luz solar. Nuestra manera de proyectar es integrar soluciones arquitectónicas objetivas y lo hacemos para cualquier tipo de proyecto, sea residencial o no. Además, intentamos utilizar las cosas elementales de la arquitectura para intentar resolver con la máxima ambición todos los inputs. En este caso concreto teníamos que hacer equipo con más gente. Para resolver el concepto necesitas física básica y termodinámica; para desarrollarlo garantizando confort, necesitas simulación y la complicidad de los ingenieros. Por lo tanto, el equipo se hizo grande y dio complejidad. ¿La ambición? La que tenemos en cualquier proyecto.

En definitiva, todas las demandas hay que saberlas incorporar y lo intentamos resolver a través de los materiales y cómo los vamos a geometrizar para que ese binomio de forma y materia consiga dar olor a los espacios, confort, conseguir espacios especiales, que no especializados. Huimos de la idea de que un espacio solo sirve para una cosa. Buscamos la flexibilidad de espacios que pueden ser eternos. ¿La estética en qué lugar queda? En general, nosotros somos un despacho que estamos bien posicionados y con fama de sostenibilista. Lo somos, pero gracias a nuestros monográficos nos ven más allá de esta etiqueta. Somos un despacho con talento y éste incluye que nos puedan interpretar solo estéticamente. A nadie le pasan inadvertidos nuestros edificios porque son formalmente singulares, trabajamos con la materia y la hacemos evidente no solo porque se comporta mejor, sino también porque hay una intención de generar lenguaje detrás de la propia naturaleza material del edificio. Sabemos que sucede ese componente estético y jugamos con ello. De hecho, está en la ecuación para que el edificio se autodefina. La consecuencia formal y estética la tenemos muy equilibrada a base de dedicarle un sinfín de horas a todo aquello que se percibe más allá de la vista.

Pero también es una propuesta estética darle protagonismo a la materia. También, pero cuando generas un proyecto lo que te sale es explicar los procesos, no las grandes ideas o el resultado. Al final, la vida es un transcurso y el edificio como objeto no tiene sentido si no es para explicar cómo da confort al proceso del vivir. Cuando estamos conceptualizando un edificio nos interesa pensar cómo esos espacios serán capaces de alojar muchos programas. Buscamos la consecuencia formal de hacer expresiva la materia desde una coherencia constructiva. En general, dejamos a la vista los materiales que no están concebidos para ir vistos, como el ladrillo sin hidrofugar porque se nos hace más expresivo así. En sus escritos, Ignacio Aparicio que compara la construcción multicapa, que utiliza un producto para cada uso, con la arquitectura más a comprensión, la que identifica el cerramiento con la estructura. La primera siempre tiene que ser nueva, por eso no te puedes imaginar un rascacielos vintage. En cambio, la última puede envejecer de forma orgánica, algo bello y viejo a la vez y utiliza herramientas para el confort que la gente reconoce como natural.

¿Cuál cree que es el futuro de la edificación sostenible?

No sé dónde estaremos de aquí unos años pero si se cumplen las normativas se puede hacer un tipo de vivienda razonablemente eficiente en consumos. Hemos empezado a entender que es importante no perder energía y los productos que ponemos en obra son cada vez mejores porque somos conscientes de la situación. En mi opinión, el problema es que, en general, no hemos internalizado en forma de dinero los costes medio ambientales. Es muy difícil dejar de consumir en el modelo económico de carácter expansivo en que vivimos. Por eso, la arquitectura tiene que ser exigente con los usuarios, sobre todo a nivel de equipamiento público, esta será la única forma de dejar de malgastar a nivel medio ambiental. La sostenibilidad pasa por reducir la demanda, no por mejorar la eficiencia o compensar nuestra demanda con producción.

¿Cuáles diría que son los retos que ha de afrontar la arquitectura sostenible en temas de energía?

En una ocasión, mi socio Roger pesó una casa que estábamos haciendo y le salió una pirámide donde la materia sólida suponía un 96%, los líquidos un 3% y el aire era prácticamente un 0%, todo ello en kilos. Si hacía la misma pirámide en kg/año, la pirámide se invertía porque la materia sólida siempre es la misma. En cambio, renovamos el aire entre 5 y 6 veces hora, y si estás climatizando, entre 9 y 11. Lo que vengo a decir es que la sociedad en su conjunto decidió que la responsabilidad de calificar el aire pasaría de la arquitectura a las máquinas. Nuestro reto es recuperar esa responsabilidad y jugar con la naturaleza de los materiales y las herramientas tradicionales para reducir maquinaria. ¿Esto requiere más ingenio y talento? Creo que lo que más requiere es posicionamiento, estar dispuesto a no ganar mucho dinero porque un proyecto cueste el doble de horas. Eso sí, cuando llegas a la meta es la bomba. No es talento, que también, es tener la valentía de aguantar los momentos críticos. Entonces, ¿las bases del posicionamiento son pasión y fe? Hay una fe objetiva en el equipo, en personas que se conocen. Ese punto de confianza mutua para encarar proyectos ambiciosos. H Arquitectes es un equipo. Defina Cristalleries Planell con tres adjetivos. Es murario, igual que lo era la antigua fábrica. Polivalente y/o flexible en el sentido que está pensado para albergar otros usos en el futuro, es decir, es libre en su uso. Por último, tiene una materialidad desnuda, desacomplejado.

¿Qué le parece que Mapei apueste por un concurso nacional de este tipo? Genial porque no hay ninguna duda que el enfoque de esta edición es claramente premiar una arquitectura sostenible, consciente y de una alta eficiencia. A nosotros nos satisface mucho que en un concurso de intención sostenibilista se premie a un edificio que lo es con recursos y herramientas propias de la arquitectura. En este sentido, nos presentamos porque el concurso era muy serio y estaba respaldado por el GBCe. Además, las bases marcaban un grado de exigencia importante.

A NOSOTROS NOS SATISFACE MUCHO QUE EN UN CONCURSO DE INTENCIÓN SOSTENIBILISTA SE PREMIE A UN EDIFICIO QUE LO ES CON RECURSOS Y HERRAMIENTAS PROPIAS DE LA ARQUITECTURA.