Entrevista a Sander Laury de B0I Arquitectos, segundo premio de la I edición del Premio Mapei
Sander Laudy estudió arquitectura en Delft (Holanda). En el año 2000 llegó a Barcelona para empezar a trabajar en B01 Arquitectes Amadó Doménech, un despacho que destaca por su forma de concebir el respeto al medio ambiente y la conceptualización energética de los edificios. Su proyecto Red Espavilada d’Olot ha resultado ganador del segundo premio de la I edición del Premio Mapei
Mi gremio necesita tener más conocimientos sobre la energía a la hora de proyectar
¿Cómo nació el concepto del proyecto?
Nació poco a poco. El Ayuntamiento de Olot se dio cuenta, al promover la obra del nuevo mercado, que era un momento oportuno para hacer unos estudios geotérmicos y de energías renovables. Después, vieron que al lado del mercado había un edificio obsoleto, el Hospital Sant Jaume, y un cluster de edificios municipales. El conjunto daba para crear una red interconectada de energías renovables. Los usos de la zona son muy diversos, desde un mercado y unos geriátricos hasta un centro educacional. Con este análisis, el Ayuntamiento vio que solo con geotermia no sería lo suficiente para abastecerlos, necesitaban mucho más calor. El proyecto se fue haciendo cada vez más complejo con la necesidad de introducir varios tipos de energías, como electricidad y frío. Llegados a este punto, el Ayuntamiento sacó a concurso el proyecto y lo ganamos junto con Wattia, Gas Natural y Aiguasol.
¿Cómo fue el proceso creativo una vez conocéis que sois los ganadores del concurso?
Se intentó encajar todas las piezas y la maquinaria necesaria para ver cómo se podían exponer. Las máquinas iban a ser piezas de una exposición que se puede visitar, algunas se tenían que ver desde la calle a través de unas ventanas bien elegidas. Luego se fueron definiendo las distintas partes de creación y tipos de energías. ¿Qué singularidad presenta? Es un edificio problemático porque no facilita la inserción de nuevos elementos. No tiene valor patrimonial de por si. Sin embargo, está muy bien tomada la decisión de no tirar una estructura que a simple vista no tiene gran valor por razones de sostenibilidad. Sobre todo, la singularidad del edificio es su ubicación. Está situado en una arteria muy transitada de Olot hacia la plaza central del mercado donde de repente se encuentra este showroom.
¿De qué manera beneficia a la sociedad este proyecto? Lo primero y de forma muy clara es la eliminación de emisiones. Son 40.000 m2 de edificio que por su tipo de climatización ya no emiten CO2. Después, es un expositorio que demuestra que también en centros urbanos se pueden insertar este tipo de redes. Hay que destacar la valentía por parte del Ayuntamiento de Olot para conectar todos estos céntricos edificios municipales. Para ciudades ya consolidadas es un buen ejemplo y una gran virtud en cuanto a la sostenibilidad. Es un ejemplo de rehabilitación urbana.
¿Cómo podemos replicar el modelo Olot en ciudades más grandes? Tendríamos que estudiarlo pero hay que adaptar las energías renovables según las necesidades y las características particulares de cada caso. El mensaje es que en las ciudades existentes también hay oportunidades que vienen condicionadas por grandes densidades, otras infraestructuras, etc. ¿Dirías que el mayor reto de la Red Espabilada de Olot era trabajar con un espacio que venía definido? Exactamente, hemos creado pocas cosas nuevas. Ha sido un trabajo más de reforma. Otro de los retos era hacer encajar en la ciudad una cosa que parece vasta, una central de energías. Hemos tenido que superar por el camino miedos compartidos por todos los que hemos trabajado en el proyecto. ¿Cómo le explicas a un bombero que quieres una central de energías debajo de unas oficinas? Nuestro tipo de uso no estaba contemplado en la normativa.
HEMOS TENIDO QUE SUPERAR POR EL CAMINO MIEDOS COMPARTIDOS POR TODOS LOS QUE HEMOS TRABAJADO EN EL PROYECTO
Sin embargo, todo vale la pena si conseguimos concienciar de que todas las ciudades existentes tienen que equiparse con estas redes. Puede ser que las normativas del municipio no estén adaptadas para recibirlas y por la transición energética hay que hacerla. Hemos creado un precedente y esperamos que otros municipios se atrevan a seguir con el ejemplo.
¿Ese es el futuro de la edificación sostenible?
Sí, hay barrios, edificios y ciudades que ya se han atrevido a superar barreras y obstáculos por el camino. Quizá si ponemos el foco en los beneficios logramos convencer más rápido a la gente. El beneficio más evidente y más grande es aniquilar las emisiones de CO2, con esto debería ser suficiente para mentalizar sobre la necesidad de la arquitectura sostenible.
¿Cuáles diría que son los retos que ha de afrontar la arquitectura sostenible en temas de energía?
Aprender mucho sobre la energía, con proyectos como este te das cuenta de que en una ciudad se alojan diversos usos con horarios dispares que necesitan y demandan distintos tipos de energía. Los arquitectos han de tener esto en mente al inicio de cada proyecto, ¿cómo reduzco la demanda y cómo lo soluciono en clave renovable? En general, mi gremio no tiene muy por la mano un conocimiento profundo sobre la energía y lo dejamos para los ingenieros una vez lo hemos proyectado todo.
¿Trabajasteis desde un inicio con ingenieros?
Sí, los que llevaban la voz cantante en este aspecto fueron los ingenieros de Wattia y Aiguasol. Me encanta trabajar con ellos porque aprendes muchísimo.
Defina el proyecto con tres adjetivos.
Ambicioso, futurista y social por el hecho de que la gente lo pueda ver desde la calle.
¿Qué le parece que Mapei apueste por un concurso nacional de este tipo?
Muy bien. Necesitamos un escenario donde todo lo que se lleva a cabo en temas de sostenibilidad se explique. Se tiene que empezar a considerar normal este tipo de proyectos y hay que repetirlo las veces necesarias hasta que se asuma. Además, Mapei lo ha llevado a cabo desde una perspectiva seria y rigurosa.